29 may 2007

Cruz Blanca

Esta ocasión pudimos vivir una ruta hermosa, llena de magia por toda la magestuosidad del bosque en el Desierto de los Leones. Una rodada 100% recomedable para todo aquél que busque subidas demandantes y bajadas técnicas - varían de acuerdo al clima: en lluvia resbalosa y en sequía arenosa - pero disfrutables. A un lado de la carretera en dirección al ex Convento tomando hacia Cruz Blanca rodeas hasta la marqueza (a la altura de valle del conejo) en donde el regreso te exige una subidita constante que pone a prueba tus piernas en un tramo de 6 kms aprox. con inclinación de 25 grados, para retomar el camino, con columpios, hasta la estación de bomberos en el desierto.

Nuestro guía Paco. Los entusiastas asistentes Betty, Mariana, Gerry, Jazz, Vodka, Arturo en Chiapas, Edgar -Brasileiro- y el compadre Arturo, Juan C., Hans, Führer, Víctor, Isa -Yo mera- y Mauro como barredora. Nos dimos cita puntualmente con el total desconocimiento de la zona de Cuajimapla, entre las montañas y los valles, donde se puede hacer una visita hasta a pie para disfrutar del parque y del exconvento Carmelita, construido por fray Andrés de San Miguel entre 1606 y 1611 según la enciclopedia. Como dato curioso en relación al nombre de Desierto de los Leones surgió porque las órdenes religiosas, como la que tuvo su asiento aquí, tenían como finalidad la vida en comunidad, obediencia y pobreza, meditando, por lo que se apartaban del ruido de la ciudad. Por ser éste un lugar desierto, fue seleccionado por los monjes para levantar ahí su convento. Y en relación a la palabra Leones, su origen aún no se conoce (según la internet).

Indudablemete recorrerlo en bici te permite disfrutar de la vegetación y camino ancho, a tus anchas -valga la redundancia- atraviesas el río que todavía fluye y que abastece a esta zona. Ya que colinda con la marqueza el banquete puede ser al gusto de los aventureros en muchas más de 1,760 hectáreas de terreno boscoso alcanzando en la parte más alta algo así de 3250 msnm.

Lo malo, dicen, esque como es una zona poco vigilada hay vandalismo y debe uno andar en grupo para evitarse cualquier sustito.

Una rodada en la que el saldo fué blanco (bueno no para Víctor que sufrió uno de esos dolores en las "partes nobles" por no tomar su distancia en un descenso resbalozo que le cobró caro este descuido) entre risas nos tomó por sorpresa la lluvia. Ah! Pero no dejamos de visitar a la salida del exconvento los deliciosos antojitos donde nos sorprendió la rapidéz de la atención y lo barato del lugar.

Un paseo muy recomendable que tiene de todo para todos los niveles en el que terminamos gustosos y a tiempo para que rinda la tarde. Ojalá podamos seguir explorando otras rutas por allá, que hay para más. ¡Gracias a Paco! que nos guió a uno de los Parques Nacionales que todavía hay en nuestra ciudad.

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